Como limpiamos las anchoas

¡Anchoas, que ricas están!

La compra otra vez. Menos mal que esta el Mercado que lo tengo todo a mano y fresquísimo.

¡Anchoas! Mmmm, que ricas. Las podría preparar a la plancha simplemente, acompañado de una cerveza.

O mejor, con ese vino que me trajeron para el día de Reyes que todavía no he abierto.

Pero… no tengo tiempo. Había quedado y si llego tarde a casa… ya no me da tiempo de limpiarlas.

Al tiempo que mis pasos empiezan a alejarse del mostrador, oigo una voz:

-Y ahora… Ains, un kilo de anchoas. Las tienes tan buenas. Vienen los nietos a casa y les encanta.

Pero… Anda que no me quiero liar. Límpiamelas y ya las preparo en casa cuando llegue.

-Claro señora Candela. ¿Cómo siempre? ¿Le quito la espina también?

-Si hijo, como siempre. Que así, no me dejan nada en el plato.

¡Toma, no había caído! En un momento me las preparan, las dejo en casa y en cuanto llegue, solo es cocinarlas.

-¿Quien da la vez?

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